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Explora relatos de escritores de ciencia ficción, horror y fantasía oscura.

Relatos

Consultorio del Dr. Rawlings, psiquiatra pensativo con libros y botella de whisky, puerta entreabierta con un resplandor misterioso.
El consultorio del Dr. Rawlings: un lugar donde la realidad y la locura se entrelazan.
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Oficina Psiquiátrica

El Dr. Rawlings suspiró profundamente, un suspiro nacido de la frustración y el cansancio, mientras se acercaba a la estantería de libros. Con un movimiento casi metódico, sacó un volumen de gran tamaño titulado "Una Introducción General al Psicoanálisis" de Freud y retiró la botella de su escondite. La botella, medio llena de un líquido ámbar, se agitaba agradablemente cuando la sostenía con una mano inestable, observando cómo brillaba bajo la luz del sol de la tarde. También extrajo un pequeño vaso de whisky.

Una bodega de vino subterránea, con paredes cubiertas de telarañas y sombras proyectadas por antorchas. Un hombre siniestro con capa y máscara, sosteniendo una llana, frente a un muro a medio construir.
Una representación visual del oscuro ambiente en 'El barril de amontillado', inspirado en Edgar Allan Poe.
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El barril de amontillado

Había soportado lo mejor posible los pequeños agravios de Fortunato; pero cuando se atrevió a llegar hasta el ultraje, juré que me vengaría. Vosotros, que conocéis bien mi temperamento, no pensaréis que hice la más ligera amenaza. Algún día me vengaría; eso era definitivo, pero mi decisión excluía cualquier idea de correr el más mínimo riesgo. No solo era necesario castigar, sino castigar con impunidad. No se repara un agravio cuando la reparación se vuelve en contra del justiciero, ni tampoco se repara si el ofensor no siente de quién proviene el castigo.

Doctor Muñoz en una habitación oscura y antigua, llena de muebles antiguos, con una atmósfera fría y misteriosa.
El enigmático doctor Muñoz en su fría habitación, inspirada en el relato 'Aire Frío' de H. P. Lovecraft.
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Aire Frío

H. P. Lovecraft 

Me preguntan por qué temo tanto las corrientes de aire frío, por qué tiemblo más que cualquier otra persona al cruzar el umbral de una habitación helada. Parece como si sintiera náuseas y un profundo rechazo cuando el fresco viento del atardecer se cuela entre la atmósfera cálida de un apacible día otoñal. Algunos aseguran que reacciono ante el frío como otros lo hacen ante el hedor de la podredumbre, y no puedo decir que se equivoquen. Pero en lugar de negarlo, prefiero relatar el episodio más espeluznante que jamás he vivido, para que puedan juzgar si mi particular aversión tiene una explicación razonable, o si acaso mi miedo pertenece a lo inexplicable.

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