"No tengas miedo", susurró la voz en la oscuridad, sacando a Daniel de su sueño profundo. Abrió los ojos y miró a su alrededor, pero la habitación estaba sumida en la penumbra, apenas iluminada por la débil luz de la luna que se filtraba por las cortinas. La voz había sonado tan real, tan cerca, que le resultaba imposible ignorarla.

El corazón de Daniel latía con fuerza mientras se sentaba en la cama, tratando de discernir de dónde provenía la voz. Sin embargo, todo estaba tranquilo, solo el susurro del viento nocturno se escuchaba a través de la ventana entreabierta.

Decidió que debía ser su imaginación o tal vez el cansancio acumulado por el largo día de trabajo. Se recostó nuevamente, intentando volver al sueño, pero la voz volvió a susurrar en su mente: "No tengas miedo, sígueme".

La curiosidad venció al miedo y Daniel se levantó de la cama, deslizándose en silencio por el pasillo hacia la sala de estar. La casa estaba envuelta en una atmósfera irreal, como si estuviera atrapado en un sueño.

Siguiendo el eco de la voz, Daniel llegó a la puerta principal. Sin dudarlo, la abrió y salió al exterior. La noche estaba fría y el aire tenía un extraño olor a humedad y tierra mojada. La luna brillaba con una intensidad casi sobrenatural, iluminando el camino que se extendía frente a él.

"¿Quién eres?" Daniel preguntó en voz baja, sintiendo cómo un escalofrío recorría su espalda.

La voz respondió desde las sombras de los árboles que bordeaban el jardín. "Soy aquel que te guiará hacia tu destino. Sigue mi voz y no temas".

Con un nudo en la garganta pero decidido a descubrir la verdad detrás de estas misteriosas palabras, Daniel avanzó hacia el bosque. La voz lo condujo por senderos oscuros y tortuosos, entre árboles retorcidos y arbustos densos. A medida que avanzaba, la sensación de que algo sobrenatural estaba ocurriendo se hizo más intensa.

Finalmente, llegaron a un claro en el bosque donde una luz brillante iluminaba un antiguo altar de piedra. En el centro del altar, una figura encapuchada se erguía, rodeada por una energía etérea.

"Has llegado, Daniel", dijo la figura con voz suave pero poderosa. "Has sido elegido para enfrentar las sombras que amenazan con consumir este mundo. No tengas miedo, el destino te ha conducido aquí".

Daniel tragó saliva, asimilando las palabras con asombro. Se dio cuenta de que su vida estaba a punto de cambiar para siempre, que había sido llamado a una aventura sobrenatural que desafiaría todo lo que conocía sobre el mundo.

Con determinación en su corazón, Daniel se preparó para abrazar su destino, listo para enfrentar cualquier desafío que el universo tuviera reservado para él. La voz en la oscuridad lo había guiado hasta este momento, y ahora era hora de descubrir qué más le deparaba el destino.

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